Villavicencio con problemas de agua, dengue y mosquitos empoderados

Mientras usted guarda agua en totumas, baldes, botellas de gaseosa y hasta en el florero de Llorente, los mosquitos están celebrando. Y no es para menos: Villavicencio, con su eterna falta de agua, les ha armado el paraíso tropical ideal. Sin spa pero con criadero incluido.

La crisis de abastecimiento hídrico no solo seca los grifos, también riega la fiebre amarilla y el dengue. ¡Así es! En esta ciudad, el agua no llega, pero las enfermedades sí. Con 2.394 casos de dengue reportados solo en Villavicencio, el Meta se ganó la medalla al departamento más picado del país. Y no es figura literaria.

A nivel nacional, ya vamos en 70.786 casos de dengue y 46 muertes por fiebre amarilla. Pero tranquilos: si hay algo que fluye con abundancia es el boletín epidemiológico del INS. Porque datos hay, lo que no hay es agua.

Villavicencio en cada emergencia pierde varios litros por segundo. ¿Qué significa eso? Que lo poco que queda se va en creatividad: tapitas de garrafón, ollas sin tapa y hasta el inodoro convertido en tanque de almacenamiento. Y ahí es donde los mosquitos, con más libertad que contrato de consultoría, hacen su agosto.

Esto, por supuesto, impacta no solo a los locales, sino también a turistas que vienen a disfrutar del llano y se llevan de recuerdo una picada no incluida en el paquete.

Las autoridades de salud proponen reactivar con fuerza el MIV (Manejo Integrado de Vectores), porque ya está claro que el zancudo no se combate con rezos. Hace falta vigilancia, químicos y mucha pedagogía. Se busca evitar que el 50 % de los afectados sigan siendo estudiantes, porque ni el cuaderno los está protegiendo.

Pero no todo está perdido. Hay alternativas para contener al insecto, reducir el dengue y evitar que la fiebre amarilla se convierta en tendencia más viral que los bailes del Meta Fest. ¿La clave? No solo esperar agua… sino que los mosquitos no se nos sigan bebiendo la esperanza.

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