
En Cumaral, Meta, al parecer existe una nueva figura jurídica aún no incluida en la Constitución: el inspector con superpoderes legislativos. El concejal John Walter Riveros, con lupa en mano y ganas de hacer control político, destapó una joya de 2019: la resolución 002 expedida por el entonces inspector de policía, Daniel Mauricio Castaño Tovar, quien decidió que, además de perseguir colados y ordenar comparendos, también podía aumentar el parque automotor de taxis como si fuera ministro de Transporte en sus ratos libres.
El documento, que regaló cinco cupos adicionales a la empresa de transporte Quirón Limitada, fue básicamente una bendición administrativa: más taxis, más ingresos, más platica sonando en la registradora. ¡Un verdadero milagro económico a punta de sello y firma!
El pequeño detalle —porque siempre hay un pequeño detalle— es que el inspector no tenía ni por asomo la competencia para hacerlo. Según el manual de funciones, su tarea es sancionar a los que parquean en la esquina de la iglesia o se atraviesan en contravía, no andar repartiendo cupos de taxis como si fueran boletas para el reinado de la ganadería. La única persona autorizada para eso es el alcalde municipal. Pero claro, en Cumaral parece que la separación de funciones es solo un mito urbano.
Aunque la Alcaldía asegura que abrió investigación disciplinaria —esa figura que en Colombia traduce en “ya veremos si nos acordamos de darle trámite”—, el concejal Riveros no se tragó el cuento y puso la denuncia en la Fiscalía General de la Nación. Los delitos señalados: prevaricato por acción y abuso de función pública, los clásicos infaltables en el menú criollo de corrupción administrativa.
Y así, seis años después, el 1 de septiembre de 2025, el señor Castaño fue llamado a interrogatorio. En Cumaral algunos dicen que lo van a premiar con un curso exprés de “cómo legislar sin ser legislador” y que pronto lanzará su libro: De inspector a alcalde en tres resoluciones.
Al fin y al cabo, en un país donde cualquiera hace de todo, lo raro no es que un inspector se creyera alcalde, sino que alguien se haya dado cuenta.