
En un inesperado (aunque totalmente esperado) giro de los acontecimientos, el exgobernador del Meta Juan Guillermo Zuluaga Cardona anunció este 19 de noviembre que renuncia a su precandidatura presidencial. Sí, renuncia… antes de que las encuestas lo hicieran oficialmente por él.
Zuluaga, con la solemnidad de quien anuncia un sacrificio por la patria, aseguró que su decisión no se debe a los pequeñísimos detalles como estar de último en las encuestas o que nadie supiera que era candidato, sino a su noble misión de “respaldar al candidato que surja” de la alianza La Fuerza de las Regiones. Es decir, defender la democracia, la unidad y—sobre todo—un puesto con curul garantizada.
En una carta más larga que la fila de ciudadanos esperando turno en una EPS, Zuluaga reveló la razón principal de su decisión: hay casi un centenar de precandidatos que generan confusión. Claro, porque nada confunde más al pueblo colombiano que tener varias opciones de derecha que dicen exactamente lo mismo.
Mientras tanto, en el otro costado del ring, según Zuluaga, “las perversas políticas petristas han logrado congregarse alrededor de la figura del maligno Iván Cepeda”. Sí, maligno.
Zuluaga, cual héroe de la política tradicional, aseguró que él no dispersará más el voto y que “es hora de definiciones y yo no tengo miedo de tomarlas”. Palabras épicas que todos sabemos traducir como:
“No me alcanzó ni para el tercer lugar, así que voy calentando silla para el Senado.”
Analistas políticos (y vecinos chismosos) sospechan que la verdadera coalición que Zuluaga prepara es con la registraduría… pero para conseguir el formulario de aspirante al Congreso.
Si lo ve firmando proyectos de ley dentro de poco, no se sorprenda. Si lo ve en tarimas jurando que sacrificó su candidatura por la patria, tampoco.
Zuluaga lo advirtió con voz firme: “No podemos quedarnos con los brazos cruzados o atendiendo egos y vanidades personales.”
Excepto si el ego tiene curul, salario de congresista y tiquetes aéreos incluidos.



