¡Qué mamera con esos paros en Colombia! Qué fastidio que usen la protesta como herramienta para exigirle al gobierno sus peticiones, como si el Estado social de derecho se cumpliera a cabalidad en este platanal. Por eso añoro el Estado de derecho donde se hace lo que se dice, así se pase por encima de cualquier tipejo o tipeja. ¡Jum!
¿Dónde está el protestódromo de mi Diego Molano? ¿Dónde está la Fiscalía judicializando a esos camioneros? ¿Dónde está el ESMAD con sus gases lacrimógenos y sacando ojos? Son tantas las preguntas que me hago con rabia e impotencia al no poder movilizarme al salón de belleza o al spa que queda saliendo de Villavicencio.
La gente de bien como nosotros merecemos tener todo a disposición y no sufrir por cosas como estas. Y si suben la gasolina, para eso está la plata, para que paguen; o vendan la moto o el carro y vayan en bus, y si quieren ahorrar más, compren una bicicleta o caminen.
Es extraño que la gente pobre se moleste cuando se suponía que los pobres no sentirían el golpe, y pasó lo contrario.
Ahora que suben el diésel, salieron todos esos camioneros a joder como si tuvieran derechos; hasta salieron los grandes empresarios que les gusta el diésel subsidiado.
Aunque los pequeños y medianos transportadores alegan que el incremento del diésel es lo de menos, ya que se quejan por las inconsistencias en los pagos de flete, la saturación de vehículos y la supuesta presencia de lavado de activos. O sea, están inconformes desde hace rato, porque una minoría multimillonaria domina ese mercado.
Esta gente no entiende que en la naturaleza hay presas y depredadores. Obviamente, los pequeños y medianos transportadores son las presas, y la minoría multimillonaria que domina el costo del flete son los depredadores.
«Ahora que suben el diésel, salieron todos esos camioneros a joder como si tuvieran derechos; hasta salieron los grandes empresarios que les gusta el diésel subsidiado.«
Solo le pido a mi Aureliano, ¡perdón! a mi Petrosky, que olvide todo el pasado, y más con respecto a las protestas que apoyaba antes de estar en el poder, y se concientice a ser un gobierno autoritario, donde no haya diálogo ni nada que tenga que ver con la participación social.
Por otro lado, veo con profunda preocupación a toda esa aristocracia -que dista mucho de Platón y Aristóteles- asumiendo el rol de revolucionarios revoltosos, con ganas de acabar el país a punta de marchas, plantones y paros. Es indignante y muy agobiante que María Fernanda Cabal, una mujer de principios, de un hogar de primos, tenga que rebajarse junto a varios de su partido político y compartidarios a la posición de esa gentuza de la izquierda que usa las protestas sociales como arma de presión contra los gobiernos de turno.
Ahora que los roles han cambiado y esa izquierda recalcitrante -que ahora apoyo- está en el poder, están fragmentando el statu quo en Colombia. Y los que al parecer son de “izquierda” y tienen poder empiezan a desconocer lo que antes significaba para ellos la “protesta social”. Y los que supuestamente son de “derecha” y no tienen poder toman posturas subversivas contra el gobierno, como si se hubieran infectado con eso del socialismo o comunismo.
Y mientras se siguen acomodando a los roles que les conviene, como hacen los que dicen ser de “centro”, nosotros, la gente de bien, seguimos sufriendo por la alteración de nuestros privilegios que tanto nos ha costado aprovechar.