
¡Holi! En el Meta, donde las leyes parecen tener calendario propio y los fallos judiciales se acatan “cuando haya tiempito”, la novela política más reciente tiene tres protagonistas: un diputado caído, dos bajo la lupa y una Asamblea que, en vez de aplicar la Ley, pareció esperar a que llegara el invierno… o la próxima feria ganadera.
Todo comenzó con Carlos Andrés Collazos Silva, quien en octubre de 2024 fue declarado inhábil por el Consejo de Estado por haber firmado un contratico mientras era concejal de Villavicencio. Un error jurídico que le cerró la puerta a la política y le abrió la entrada al salón de los “ex”. El fallo quedó ejecutoriado el 3 de diciembre, lo que significaba que Collazos debía empacar sus cosasitas y dejar su puestico.
Pero, como en la Asamblea del Meta no hay prisa cuando se trata de obedecer a los tribunales, Collazos siguió asistiendo, votando y cobrando su salario como si nada. El argumento oficial: que no había llegado la notificación completa. El argumento real: bueno… ese aún no lo encuentran.
En la primera parte, el entonces presidente de la Asamblea, Miguel Oswaldo Avellaneda Lizcano, se convirtió en el director de esta orquesta de la demora. Y cuando dejó el cargo, pasó a manos de Héctor Fabio Vélez Bermúdez, alias Mariachi, quien tampoco aceleró el compás. Resultado: la vacancia absoluta de la curul solo se declaró el 27 de marzo de 2025, cuatro meses después del fallo.
Mientras tanto, la Procuraduría hizo lo suyo y sancionó a Collazos con tres meses sin salario, como recordatorio de que los fallos sí tienen dientes, aunque aquí parezcan postizos.
Ahora, Avellaneda y Vélez enfrentan la posibilidad de procesos por desacato u omisión, lo que podría llevarlos a perder sus propias investiduras. Si eso pasa, la Asamblea no solo quedaría sin estas bellezas, sino con la reputación hecha trizas… aunque eso último, dicen, ya estaba en trámite desde antes.
Esto deja claro que en el Meta hay diputados que, cuando se trata de cumplir la ley, prefieren tocar un pasillo lento antes que marchar al ritmo que marca la justicia.