
Villavicencio le apuesta al turismo con corazón, con historia y con guía. Bajo el sello de “Villavo, aquí está el llano”, la ciudad no solo presume de paisajes que se meten por los ojos, sino de personas que hacen que cada visita valga la pena. Y entre esas personas, están los guías turísticos: héroes sin capa, pero con sombrero, cantimplora y una sabiduría que no cabe en Google Maps.
Mientras algunos solo siguen el GPS, otros guían con el alma. En Villavicencio, los guías turísticos no son simples acompañantes con sombrero y cantimplora. No, no. Son bibliotecas andantes, cuenteros de los buenos, embajadores culturales con botas pantaneras y guardianes del llano profundo. Gente berraca que, sin tanto bombo, ha puesto a andar la carreta del turismo responsable, ecológico y sabrosón.
Y como por fin se acordaron de que sin guías no hay plan, el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo —ese que rara vez se asoma al monte— abrió la convocatoria para la Medalla al Mérito Turístico, un reconocimiento para esos profesionales que no solo muestran el camino, sino que lo hacen con ética, innovación y una sonrisa de oreja a oreja, aunque el turista se haya quejado porque “el jaguar no salió en la foto”.
La postulación está abierta hasta el 15 de agosto, así que si usted conoce a uno de esos guías que lo llevó a ver un atardecer inolvidable, le explicó qué es una danta sin bostezar y hasta le rescató la gorra del río, échele una manito: postúlelo en este enlace. O si usted es ese guía, no se haga rogar. Que el premio no es un mito, como el caimán parlanchín del Caño Cristales.
Desde el Instituto de Turismo de Villavicencio, que esta vez sí hizo la tarea, están empujando el camión para que los guías llaneros no se queden por fuera de esta distinción. Porque si de algo estamos seguros, es que en Villavo no solo se respira aire puro, también se respira orgullo.