En la vitrina de las ironías políticas del Meta, aparece con brillo propio el nombre de Diego Meyer Artunduaga, quien hoy suena como candidato firme a ser elegido por la Asamblea Departamental del Meta como Contralor del Meta. Sí, ese mismo que en su paso como gerente de la Unidad de Licores del Meta dejó un legado inolvidable: las pérdidas más altas de la historia de la empresa, todo un récord Guinness para el “arte de evaporar rentabilidad”.
En mayo de 2025, durante un debate de control político en la Asamblea, se destapó la botella (vacía, por supuesto) de su gestión: cifras en rojo, balances que daban más guayabo que aguardiente y una administración que logró lo que parecía imposible: que la empresa de licores del llano, con todo el mercado sediento a su favor, se hundiera más rápido que un trago mal servido.
Pero como en el Meta la política es un bar donde siempre hay “segunda ronda”, el currículum de Meyer no se detiene ahí. También fue jefe de la Defensoría del Pueblo en el Meta, cargo del que fue removido sin tanta diplomacia. Una salida discreta, pero tan efectiva como un portazo en plena madrugada.
Ahora, con ese prontuario de “éxitos”, algunos diputados parecen convencidos de que no hay mejor perfil para vigilar las arcas públicas que alguien con semejante experticia en verlas vaciarse. Total, ¿quién mejor para detectar pérdidas que quien ya las administró con maestría?
Mientras los ciudadanos del Meta esperan que el próximo contralor sea un guardián de los recursos, la Asamblea parece decidida a regalarles un catador de déficits. ¡Brindemos por eso! Eso sí, con agua… porque hasta el aguardiente se perdió en la gestión de Meyer.
