
En Villavicencio ya no se habla de agua, sino de esperanza líquida. La Procuraduría General de la Nación volvió a visitar las instalaciones de la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Villavicencio (EAAV), cansada de esperar los informes prometidos y los documentos que, al parecer, se evaporaron antes de llegar a su escritorio.
La visita fue consecuencia del reiterado incumplimiento de los compromisos adquiridos en una mesa de trabajo el pasado 8 de octubre. Allí, los funcionarios de la EAAV habían prometido resultados, avances y —si el universo lo permitía— agua. Pero entre promesa y promesa, lo único que fluyó fue el silencio administrativo.
Durante la jornada, la Procuraduría organizó una reunión técnica para revisar el plan de intervenciones urgentes y de mediano plazo que busca resolver la emergencia por la falta del líquido vital. Se revisaron contratos, pactos y cronogramas, en un ejercicio casi arqueológico para encontrar alguna obra en avance.
El panorama no fue alentador. Un sobrevuelo reciente reveló el colapso de la línea del viaducto provisional que abastece la Planta de Tratamiento de La Esmeralda. Es decir: el tubo que llevaba el agua también decidió tomarse vacaciones.
Tras constatar que el agua no llega y los informes tampoco, la Procuraduría dejó nuevos compromisos y una advertencia: si la EAAV sigue nadando en la ineficiencia, vendrán las actuaciones disciplinarias. Aunque, si el ritmo sigue igual, esas podrían tardar tanto como el restablecimiento del servicio.
Desde el inicio de la emergencia, el ente de control ha estado vigilante, recordando que el derecho al agua potable no debería ser un lujo ni un rumor. Mientras tanto, los villavicenses siguen aplicando el principio de ahorro máximo: lavarse las manos con paciencia.



