
Villavo, aquí está el llano, y también la fe. Porque el turismo en Villavicencio no solo es de sabores, paisajes y cabalgatas: también es de templos, devoción y patrimonio. La parroquia Nuestra Señora del Carmen —emblema espiritual y arquitectónico de la capital del Meta— vuelve a brillar, no solo por su historia, sino también por su nueva energía: la del sol… y la de su gente.
Después de meses envuelta en andamios, polvo bendito y oración, la parroquia Nuestra Señora del Carmen vuelve a abrir sus puertas restaurada, repintada y energizada… con el mismísimo poder del sol. Sí, leyó bien: ahora esta iglesia no solo predica, también ilumina con energía solar.
Este sábado 26 de julio, los fieles, curiosos y fanáticos de la arquitectura religiosa pudieron asistir a la misa de acción de gracias, presidida por monseñor Misael Vacca. Todo esto para celebrar la restauración del templo más emblemático de Villavicencio y del Meta, entre los 76 recintos que forman parte del club selecto de la Arquidiócesis.
El párroco Carlos Alberto Pérez Méndez, guardián de esta joya, no ocultó su entusiasmo: “Nuestra iglesia cuenta con reconocimiento como patrimonio cultural del municipio y del departamento. Es el referente religioso más importante y el lugar preferido por quienes llegan a conocer la ciudad”. Todo un Airbnb del espíritu, pero sin tarifa.
La inversión rondó los 600 millones de pesos, pero —milagro— no salió de ningún fondo sospechoso, ni de jugosos contratos de la Gobernación o Villavicencio: esta vez, los dineros llegaron del bolsillo y la fe de la comunidad. Con ese billetico, se repintaron paredes, se revivió la fachada con los tonos originales de 1957, y se instaló un sistema de energía solar que ya quisieran tener muchos colegios públicos del Meta.
Cada domingo, cerca de 1.500 personas pasan por esta maravilla arquitectónica, entre devotos, turistas, y los que solo quieren un selfie celestial. Las puertas de este lugar sagrado —y ahora más sostenible que nunca— están abiertas todos los días desde las 5:30 a.m. hasta las 7:00 p.m., porque ni Dios ni el turismo religioso descansan.
Así que ya sabe: si no ha ido a misa en meses, esta es su excusa perfecta para volver. Total, ahora puede rezar y de paso admirar una restauración que no se robó ni un peso (por ahora).